miércoles, 17 de junio de 2009

Soy una lombriz

Es tan tonta el alma humana, si es que existe tal cosa con semejante nombre. Se deja llevar por los infinitos calamares del inconsciente verbal. Y luego cuando todo está bien y la felicidad se le entrega como fiera en celo y se revuelca en los rincones placenteros, moviendo el cabello de adelante hacia atrás, la dejamos ir y la maldecimos por fácil y perdida. Que es lo que necesita un hombre para saberse certero del poder que no tiene. ¿Cuantos muertos hacen falta para dejar de morirnos? ¿No es ya suficiente con que pensar sea un reto para mi generación? He llegado a este punto en la muerte en el que creo que todo se fue de las manos del que se suponía me iba a decir que camino no tomar y de cual alejarme para ser un perfecto aristócrata seudo-intelectual que jadea y se retuerce al compas de una nota cargada de sal. Mis infantiles piratas de personalidad.
Si me dices hoy que me iré de aquí hacia la vasta frontera clínica de ya no saber que hacer ni a quien decirle que lo haga por mí. Si es que acaso piensas que me rendiré ante la fortuna de tener donde vivir, que comer y que vestir; estas en toda la razón. Y me odio más a mi que a ti por haber tomado la decisión de seguirme a paso lento sobre el aire que respiro y mis palabras al azar. Ser cobarde no es manía ni ocupación, es la historia de la vida contada a pulso y sin tinta. Ser valiente aquí me dice que desperdicie dos horas de mi tiempo procurando arreglar las flores de mi lecho, el tono de mi voz. Que en verdad le importa al desprecio si lo utilizas o no ¿Qué te digo hermana mía? ¿O mejor me voy? ¿Qué te dice la razón? ¿Viviré más de lo que crees prudente?

2 comentarios:

Enmanuel Barquero dijo...

No

Anónimo dijo...

maje ves que no tenes nada que hacer. adivina quien soy...