domingo, 6 de julio de 2008

El dulce campo y la viuda gris

Nunca, nunca, que di mi vida para decir que el tiempo gira en derredor y que la rancia noche de mis huesos duele tanto como un canto de ángeles en el cabello de las mantis moribundas y un cerillo que se apaga, y una madre que llora porque su hijo ha salido libre, cuanto? cuando? como?, que pasa aquí que mis amigos no pasan a decirme que me quieren y me extrañan, por qué?, por favor cierren el piso de abajo y colmen este espacio de nubes ardientes y demonios en la memoria, esos que me hacen vivir cada día, y me hacen saber que esa locura que mi cabeza piensa como verdades es el Dios de mi maldito infierno, de mi desgraciada existencia, vengan todos los miserables y unanse a mi camino y haganme sentir que la vida es mierda con buen olor, que es paraiso de enfermadades y cataclismo de penas, almas y cadáveres, tanto y tanto, mueran todos los que crean que el agua es vida y la letra un arma, mueran todos los que crean que somos seres de pensar y que cada pieza de museo vale un trozo de mi pan, viva aquel que dice que ya no puede más, que esta vida es dolor y sangre y hierro, que vivan los devastadores inviernos que cuentan victimas, los asesinos de virgenes, los hijos de la oscuridad y el diablo porque él es sincero.